Instantes existenciales de féminas en lo "mejor de la vida" Quién dice que hormonar es malo???

sábado, 13 de marzo de 2010

La princesa y el porquero o el príncipe y la pastora

Este es un cuento que se puede contar del derecho y del revés, cambiando el género de los personajes y viene a ser siempre lo mismo, independientemente de su sexo.

Erase una vez una linda princesa (príncipe) que buscaba al amor de su vida. Aquel que los amara haría por ellos los más grandes sacrificios y demostraría la mayor de las devociones.

Así subida/o a su torre de marfil y asomada/o a su ventana, exigía que su amante desde los pies de la torre, esperara a subir a visitarla/lo, cuando estos lo desearan. Y para probar su paciencia dejaban transcurrir los días, bajo el frío, la lluvia o el sol abrasador, en espera de que aquellos que ansiaban su mano demostraran la mayor de las entregas esperando ansiosos satisfacer sus deseos.

De esta manera, algunos por cansancio otros por dignidad, auque pertenecieran a las más nobles casas y tuvieran las maneras más exquisitas, acababan por desistir.

Hasta que un día a los pies de la elevada torre llegó un porquero / pastora, que dejó a todos los nobles a la altura del betún. Pasaron días y noches, llúvias, niveve, viento y sol lacerante, tantos, que son difíles de enumerar. Hasta que la/el noble corazón que residía parapetado en la torre esperando esa gran inmolación personal por el amor, tuvo a bien dar su recompensa a tan esforzado/a amante y pidióle que subiera a recibir su prémio (???).

Entonces el porquero/pastora se levantó y muy quédamente le dijo al objeto de su deseo y de su cariño:
"Te amo tanto que por ti he luchado contra las inclemencias del tiempo y los días, en la soledad del pie de tu torre. Sin consuelo ni ánimo por tu parte, sin una sola mirada o palabra de aliento que me confortara, con un hilo de esperanza. Alguien a quien no le importa todas las penurias que he pasado por demostrar mi amor, y que no ha dudado en ponerme en semejante aprieto, no merece ser amado por mí. Pues en realidad yo no le importo lo más mínimo."

Así , que se levanto y volvió con sus cerdos y sus cabras, que al menos eran animales agradecidos.

Podemos entregar el corazón, pero jamás la dignidad y el respeto hacia nosotros mismos.

Blueridinghood

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